REVISTA DRAWING DISEGNARE Nº52/2016 - PATRIMONIO Y HÁBITAT. EL SACROMONTE, UNA EXPERIENCIA PERCEPTIVA PARA LA BÚSQUEDA DE PARÁMETROS DE ACTUACIÓN


Abstract

El artículo versa sobre la arquitectura vernácula del Sacromonte de Granada, (en tramitación declaración Patrimonio de la Humanidad), y sus relaciones espacio-público - espacio-privado y naturaleza - hábitat construido. Un lugar que surge de la tierra y su historia, donde se realizará un análisis gráfico y perceptivo para conocer su morfología, estructura… y obtener conclusiones sobre los valores que pueden ser extrapoladas a otros lugares, generando espacios habitables mimetizados con el paisaje y cuyos valores formales, paisajísticos y constructivos los definan. Asentamientos capaces de absorber los estímulos de su entorno, así como sus rasgos culturales y sociales.

Arquitectura excavada, paisaje, placeta, Sacromonte

La arquitectura vernácula del Sacromonte (Granada, España)[1], barrio de reconocido valor patrimonial que tramita su declaración como Patrimonio de la Humanidad, cuenta con unos espacios públicos muy sugerentes que se analizan e ilustran en este artículo desde un punto de vista humano, como es la percepción. Desde un análisis sensitivo, que permite una aproximación a su funcionamiento, costumbres, vivencias, a su modo de habitar, se obtendrán conclusiones sobre los valores que pueden ser extrapoladas a otros lugares, generando espacios públicos mimetizados con el paisaje.

El Sacromonte es un lugar único, con una estructura orgánica intrínseca a la tierra, donde la naturaleza es colonizada, y cuyo carácter excepcional se ha constituido con el paso del tiempo gracias a los acontecimientos y vivencias que allí se han producido, acompañados de un enclave singular y un entorno cargado de historia.

Los elementos decisivos que han provocado este proceso, son analizados en esta investigación desde un punto de vista perceptivo para dilucidar cuáles de ellos pueden convertirse en un ejemplo para otros territorios.

Este estudio viene favorecido por la inalterabilidad de la morfología del lugar, el cual no ha variado a lo largo de los años. Con unas tradiciones muy arraigadas en el entorno, esta comunidad mantiene su forma de morar como ya lo hacían sus antepasados, sufriendo la imagen del lugar mínimas transformaciones desde su origen.

Origen del asentamiento

El Sacromonte se erige como un asentamiento troglodita en un emplazamiento encumbrado desde donde se divisa el paisaje circundante (fig. 1).

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Figure 1: Plano de la ciudad de Granada donde se muestra la ciudad, la vega, la Alhambra y el barrio del Sacromonte con su característica orografía.

Un lugar con caminos sinuosos que invitan a adentrare e investigar sus distintas facetas. (fig. 2).

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Figure 2: Dibujos esquemáticos de las vistas desde el camino que lleva al Sacromonte. En la imagen de la izquierda se puede observar el Sacromonte al fondo con su paisaje característico y en la imagen de la derecha las vistas que en todo momento se tienen hacia el monumento de la Alhambra.

Caracterizado por sus cuevas[2], morada predominante en este barrio, el Sacromonte cuenta con una serie de caminos y senderos que bordean el valle y que dan acceso a ellas. Estas veredas en ocasiones se ensanchan dando paso a las “placetas”, espacios normalmente pequeños de forma irregular y soleados. Lugares abiertos a la naturaleza que dispersan la atención sobre el paisaje y generan una dualidad de sentimientos, por un lado la libertad ante la grandeza del paisaje y por otro el cobijo que nos ofrecen las montañas (fig. 3).

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Figure 3: Dibujo esquemático donde se aprecian los senderos sinuosos que dibujan la topografía del terreno y como se ensanchas para formar las peculiares placetas que dan acceso a las viviendas-cueva.

Aunque existen varias teorías sobre el origen de este asentamiento, la que toma más fuerza, expone que los gitanos, actuales habitantes de este barrio, llegaron a Granada acompañando al ejército cristiano de los Reyes Católicos, sirviendo a las tropas en la fabricación de los menesteres de fragua y metalistería, asentándose en este monte gracias a la existencia de cuevas y a la geología del terreno (conglomerado formación alhambra) que facilitaba su excavación. Posteriormente, con la expulsión de los moriscos tras la Toma de Granada, muchos de ellos se escondieron en estos parajes, compartiendo espacio dos razas muy diferentes.

Surge un asentamiento extramuros de la ciudad, para una población marginada, donde se produce un maridaje entre dos culturas, la de los gitanos y los musulmanes, cuyo fruto, entre otras cosas, fue el flamenco y la zambra[3], fiesta muy popular en el Sacromonte.

La primeras referencias gráficas sobre la existencia del barrio del Sacromonte y sus cuevas, se encuentra en los grabados que realizó el arquitecto Ambrosio de Vico en el siglo XVI sobre la ciudad de Granada[4] (fig. 4).

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Figure 4: Ambrosio de Vico, Plataforma de la Ciudad de Granada hasta el Monte Sacro de Valparaiso. (303 x 490 mm), siglos XVI-XVII, grabada por Alberto Fernández.

La llegada de los escritores románticos, en el siglo XVIII, han testimoniado con sus escritos el contexto vital de este barrio, donde se describen a sus moradores, los gitanos, quienes mayoritariamente por su forma de vivir, sus costumbres y oficios, han contribuido a dar fama internacional a estas cuevas con su singular forma de vida[5].

Una experiencia perceptiva

Para ejemplificar este análisis se ha decidido estudiar el caso concreto del actual “Museo Cuevas del Sacromonte”, ya que cumpliría las pautas del barrio y ayudarían a la racionalización del estudio. Se trata de un conjunto de cuevas organizadas en torno a una placeta y que gracias a su actividad actual, museo etnográfico y medioambiental, y su interés por conservar la esencia del lugar, mantienen su naturaleza, mostrando la cultura e historia de este singular entorno (fig. 5).

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Figure 5: Planta y vista general de la maqueta del complejo estudiado Museo Cuevas del Sacromonte.

La metodología a seguir será la realización de análisis formales, por lo que se elabora un modelo digital de este espacio; y un análisis de las condiciones de visualización, donde se estudia la visibilidad, entendida como la percepción exterior que tenemos del lugar, y la visibilización, es decir, aquellos elementos perceptibles que no son ostensibles a simple vista. Todo ello desde dos posiciones diferentes, la primera analizando la relación del lugar con el paisaje circundante, y la segunda valorando, por sí mismo, el hábitat y las sensaciones que provocan.

Para el primer punto, relación del lugar con el paisaje circundante, hay que destacar la importancia del análisis del entorno en el entendimiento de la vida en el lugar. Como indica Norberg-Schulz (1972, p. 16) ‘Desde que nacemos intentamos orientarnos en el entorno y establecer una cierta ordenación en el mismo. Una ordenación común se llama cultura’. La información, los símbolos integran un todo ordenado donde el individuo interactúa y mediante una serie de acciones, toma posesión del lugar, del paisaje que habita, es por ello, que gracias a este entorno autóctono ha germinado en Granada una cultura única en el mundo.

El punto de partida de este estudio es el análisis de las relaciones visuales que se producen, para lo que incidimos en su fisonomía, entendiendo esta como la primera impresión que se obtiene desde el exterior (López, 1980). Por ello se analizan varios aspectos como son su emplazamiento, su silueta, textura, borde,...

Respecto a su emplazamiento, este se encuentra en el Barranco de los Negros, enclavado en el más profundo Sacromonte. La vegetación del valle hace que su morfología quede imbricada con la misma, mostrando de esta manera ciertas huellas que hacen intuir su situación (fig. 6).

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Figure 6: Dibujo esquemático del emplazamiento del Museo Cuevas del Sacromonte.

Su silueta está constituida por dos elementos, una línea envolvente que queda diluida en muchos casos, ya que no se distingue al disolverse con la propia materia prima, la tierra, y sus elementos sobresalientes, las lumbreras o chimeneas, que nos marcan un ritmo con el cual podemos intuir la anatomía del lugar. En otras ocasiones, esta línea se aprecia como una franja blanca constituida por las fachadas encaladas. La textura del paisaje es uniforme, produciendo una sensación de estatismo donde las cuevas pierden su protagonismo para difuminarse con la vegetación. El borde del conjunto es el propio paisaje, la morfología del terreno y este tipo de hábitat construido se hacen uno (fig. 7).

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Figure 7: Boceto intencionado del conjunto Museo Cuevas del Sacromonte y su enclave, enfatizando en los conceptos de borde, textura y silueta.

Para ayudar a la orientación y referenciar el enclave, se definen zonas de identidad como son, la placeta, una explanada en un paisaje escarpado que adquiere una identidad distintiva dentro del conjunto. También se aprecian otras zonas de identidad local, como pueden ser las diferentes cuevas que rodean dichas placetas, y que se muestran como focos de atención producidos por cambios perceptivos en el paisaje. Por último, los puntos focales, de menor intensidad, pero de gran importancia perceptiva, ya que marcan un ritmo en la organización de estas cuevas perceptible desde situaciones más alejadas, estos son las lumbreras o chimeneas junto con los huecos de entrada (fig. 8).

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Figure 8: Boceto intencionado de una placeta donde se aprecian las zonas de identidad local y los puntos focales.

Si el análisis es realizado in sito, desde el asentamiento objeto de estudio, para comprender los elementos más importantes de la relación visual entre el lugar y el paisaje, se definen tres campos espaciales. El inmediato, sobre el que es dirigida una mayor concentración y se muestra muy nítido, pudiéndose observar la vegetación próxima, las macetas, los utensilios de las diversas labores realizadas por sus habitantes, así como los cambios de textura en los materiales trabajados por el hombre. El segundo campo, el intermedio, que muestra el paisaje del entorno, una vegetación más lejana, el valle de río. Y por último, el remoto, que se avista hacia el horizonte, y que permite ver un fondo diluido de la ciudad y la vega, sobre el que destaca un escenario más cercano y prominente, la Alhambra. (fig. 9)

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Figure 9: Boceto intencionado desde un mirador donde se observan los tres campos espaciales y el efecto de truncamiento.

Hay que destacar el efecto de truncamiento que se produce, con el que la grandeza del monumento, aunque alejado, se percibe nítidamente y cercano, mientras que el vacío intermedio carente de rasgos característicos, pasa a un segundo plano de percepción (fig. 10).

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Figure 10: Boceto intencionado desde mirador enfatizando el efecto truncamiento.

La visión de estos campos espaciales, se aprecia con gran claridad desde las placetas, balcones naturales hacia la Alhambra; elemento muy característico de este lugar, que resaltan por ser zonas de gran oportunidad visual, y cuyos espectaculares puntos de vista han singularizado este paisaje (fig. 11).

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Figure 11: Vista general de la maqueta y fotomontaje sobre la oportunidad visual del espacio estudiado.

Según la identificación definida por Gordon Cullen (1974, p. 98), podría identificarse esta placeta como una plaza privada abierta, es decir, se localiza en un barrio tranquilo, alejada de la urbe, en un paisaje natural, a la que solo suelen acceder las familias que habitan las viviendas a las que dan paso, protegidas en su caso, por elementos ocasionales como pueden ser la vegetación (fig. 12).

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Figure 12: Vista general de la maqueta y fotomontaje donde se observan las placetas con carácter de plaza privada abierta.

Produciéndose, como muy bien explica este autor (Cullen 1974, p. 103), la idea de la ciudad como un lugar de reunión, de contacto social, de encuentro entre personas, al igual que se ha producido en muchos ejemplos a lo largo de la historia, satisfaciendo de esta manera la necesidad humana de reunirse con los demás (fig. 13).

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Figure 13: Dibujo esquemático de placeta y grabado del siglo XVIII

(1985) Cueva Del Sacromonte. [Grabado] Patronato de Alhambra y Generalife. Recuperado a partir de http://www.alhambra-patronato.es/ria/handle/10514/309?show=full.

Dentro de este entorno, y siguiendo con el segundo punto, la valoración del hábitat en sí mismo, se aprecia la vida popular de las plazas públicas, retirada u oculta hace años en la ciudad, y que aquí perdura manteniendo su carácter social. Bajo la escala doméstica de la placeta, se produce una transición entre naturaleza, espacio público y privado.

El espacio abierto se convierte en recinto, cobija, un hogar donde sus habitantes se sienten seguros e identificados, y en el que el visitante deja de percibir lo general para comenzar a percibir el detalle. Elementos producto de la acción humana cobran importancia, se producen cambios de texturas, objetos que carecían de significado, adquieren vida al ser examinadas más detenidamente.

Utensilios funcionales domésticos se pronuncian en esta escena, con una gran fuerza escultural resaltan sobre el conjunto mostrándonos sus vivencias, atrayendo la mirada del observador y convirtiéndose en elementos ornamentales sobre la tierra. Tierra que conforma una pared conservando intrínseca su textura, enjalbegada de blanco, rechazando toda la luz que rebota sobre ella y resaltando así todas sus cualidades. En contraste al blanco, se aprecian unos agujeros negros e inmóviles, donde la luz del sol se convierte en sombra, dando lugar a un sentimiento de lo desconocido, generando una llamada hacia el interior de la tierra, la morada primigenia, la cueva (fig. 14).

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Figure 14: Fotografías donde se muestran diferentes texturas, juegos de luz, utensilios,…

La sensación producida al entrar en estas arquitecturas excavadas, es de encierro y a la vez acogimiento en el interior de la tierra, reafirmándose la impresión de libertad al salir de la misma y enfrentarnos al paisaje. Un encuentro de dos sensaciones muy anheladas por el hombre, la intimidad y la libertad.

En este tipo de hábitat se produce un continuo cambio de escala, de la grandeza del paisaje, a la angosta cueva, del conjunto de la vegetación a la chumbera, de la montaña a las lumbreras, de la continuidad de la tierra al juego de sombras,…

El paisaje es colonizado, la arquitectura se muestra intrínseca al lugar, produciéndose una madura relación con el entorno, integrándose totalmente dentro de la estructura natural del paisaje y formando un ambiente completo destinado a ser disfrutado por el hombre.

Las sensaciones se producen en todos los puntos de su alrededor, en el suelo que pisa, en el cielo, en los árboles y en la tierra que se habita. Todos los elementos se han conjugado con auténtico arte, creando una escenografía humana llena de vida.

Características fundamentales de esta tipología

Tras realizar este análisis visual de la morfología, imagen y composición, y evaluar los recursos que nos proporciona este hábitat, se aporta un estudio de los elementos que podrían ser extrapolados a otros asentamientos y de esta manera generar espacios de reunión y contacto social íntimamente ligados a la tierra y el paisaje.

La característica fundamental consiste en que la naturaleza, más que un asentamiento, es el componente principal de la escena, conformando la estructura visual de la misma. Por lo que este tipo de asentamientos se deben producir en paisajes naturales, conformando hendiduras en la tierra infligidas por el hombre para ser asumidas, generando una nueva naturaleza y una nueva estética (fig.15).

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Figure 15: Plano topográfico del Museo Cuevas del Sacromonte.

Aunque en este artículo no se ha profundizado en las características geológicas y climáticas de esta zona, estos factores son fundamentales para este tipo de asentamiento, por lo que se deben escoger situaciones favorables para ello. Además un factor fundamental es la orientación para producir el máximo aprovechamiento de la luz natural, por lo que deben situarse en orientaciones sur y donde ningún elemento les genere sombra, además se suelen encontrar en laderas y colocadas en terrazas de forma escalonada, para no interferir en las vistas, ni generar obstáculos a la luz.

Esta situación estratégica, hace que su organización sea lineal, es decir, sigan las veredas que discurren por los bordes de la montaña, donde las circulaciones se transforma en espacios vivideros, generando en aquellos lugares donde la topografía lo permite una placeta, elemento urbano caracterizado por una trama de valores de distinto índole, como ha sido expuesto en el ejemplo estudiado (fig. 16).

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Figure 16: Plano donde se aprecia la organización lineal siguiendo la vereda y la formación de los espacios vivideros.

En el libro “La imagen de la ciudad” (1984) su autor Kevin Lynch, explica como una “imagen ambiental eficaz” tiene que dar sensación de seguridad emotiva a su habitante, orientándolo en el lugar, produciéndose una relación armoniosa entre sí y el mundo exterior, “la dulce sensación del hogar es más fuerte cuando el hogar no sólo es familiar sino también característico”. Esto explica la importancia de contar con elementos de referencia en el paisaje, como se produce en este caso con la existencia del monumento de la Alhambra, y como este se ve reforzado por el efecto del truncamiento anteriormente explicado, potenciando de esta manera la orientación respecto al entorno que nos rodea.

Los caminos, la vegetación, la textura, los puntos focales próximos, proporcionan la identidad local y orientan dentro de este espacio vividero. Por lo que aunque la vegetación y la textura sean inherentes al lugar, se deben generar una serie de puntos focales que identifiquen y organicen el espacio (fig. 17).

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Figure 17: Plano que muestra identidad local, puntos focales, orientación,…

Otro factor muy importante, es la escala doméstica de estos lugares. Han sido concebidos para la familia o pequeños gremios que los habitan, confiriendo un carácter de hogar al espacio público, generando lo que Cullen llamaba plaza privada abierta, donde lo importante son las relaciones sociales que se producen en la misma (fig. 13).

Es por este motivo, por lo que este tipo de asentamiento se hace tan peculiar de cada lugar, ya que su razón de ser son las interacciones sociales que se producen en un determinado entorno.

Resultados

Los valores formales, paisajísticos y constructivos de este lugar lo definen y caracterizan, pero lo que realmente lo hace único son los aspectos psicológicos, sociales y culturales, que infunden en ellos una serie de valores históricos y simbólicos que se generan en el lugar y que por ello, no pueden ser extrapolados.

Con este estudio, se reconocen aquellos elementos que sí pueden ser aplicados en otras situaciones, para generar una ciudad donde la escala está marcada por la vegetación y la tierra, y la apariencia sea un paisaje natural y no un paisaje construido. Una tipología de asentamiento capaz de absorber los estímulos de su entorno, de sus rasgos culturales y sociales, surgiendo con el tiempo, poblaciones con una gran identidad a la vez que muy respetuosas con el medio ambiente y el paisaje, pudiéndose convertir en el comienzo de una nueva tipología en intervenciones arquitectónicas a realizar en paisajes muy sensibles que requieran de cierta protección.




[1] El Sacromonte, barrio extramuros de la ciudad de Granada, cuyo nombre original era Valparaíso, llamado así por su belleza, se convirtió en uno de los Montes Sagrados de la geografía cristiana que recordaban el Calvario de Cristo, tras la aparición de unos libros y reliquias a finales del siglo XVI. El autor Juan Bustos (2001) realiza un interesante resumen de estos acontecimientos.

[2] Este asentamiento de población marginal tiene como tipología de vivienda la cueva, por su tipo de terreno que facilita su excavación, por su bajo coste de ejecución, así como por la facilidad de adaptación a las necesidades de cada familia. Esta tipología ha permanecido desde su origen llegando hasta nuestros días, aunque es cierto que en los últimos tiempos ha adquirido diferentes matices por las coyunturas sociales, económicas y culturales. Actualmente, en un gran porcentaje de las mismas, se han construido unos cuerpos delanteros a modo de fachada.

[3] Zambra, palabra procedente del árabe cuya significado original era “flauta”. Aunque no se sabe exactamente cuando se empezó a utilizar este vocablo por los gitanos granadinos del Sacromonte para designar a sus bailes, lo que sí se puede afirmar es que estos han dotado a Granada de una gran riqueza cultural y fama internacional, convirtiéndose así en destino turístico viajeros que quieren conocer sus cantes y bailes.

[4] Ambrosio de Vico, maestro mayor de la Catedral de Granada, realizó la conocida Plataforma de Vico, convirtiéndose en la primera representación gráfica que describe la ciudad de Granada de finales del siglo XVI y siglo XVII.

[5] El viajero inglés Enrique Swinburne, en 1775 recorrió Granada y posteriormente publicó en Londres sus vivencias, entre las que se incluían una descripción de este barrio y sus habitantes, tratándose esta posiblemente de la primera referencia literaria de los gitanos del Sacromonte.

Bibliografía

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Molina Fajardo, Eduardo, 1971. Sacromonte gitano, Temas de nuestra Andalucía. Granada: Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Granada, 1971, 16 p. D.L.: Gr-362-1971.

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