LA CIUDAD Y LA CULTURA 2015 - EL SACROMONTE: PATRIMONIO E IMAGEN DE UNA CULTURA


El Sacromonte, un lugar donde lo sagrado, lo cultural y lo pintoresco conviven en atractivo maridaje. Un emplazamiento privilegiado desde el que se puede contemplar un paisaje esplendido, la Alhambra, el valle del rio Darro, la ciudad, la vega y Sierra Nevada, pero que si se observa desde el exterior, se difumina con el paisaje. Un enclave con un valioso patrimonio etnográfico, como son sus infraestructuras hidráulicas, sus cuevas, sus cruces, sus fiestas,… Llamado en un principio Monte Valparaiso, «¡Valle del Paraiso! Pocos nombres tan apropiados como éste» 1, se trata de un lugar único, donde la naturaleza es colonizada, con una estructura orgánica intrínseca a la tierra y cuyo carácter excepcional ha sido forjado con el paso del tiempo, gracias a los acontecimientos y vivencias que allí se han producido,

acompañados de un enclave singular y un entorno cargado de historia.

1. De Monte Valparaíso a Sacromonte

Aunque existen varias teorías sobre el origen de este asentamiento, lo que sí parece cierto es que no fue hasta después de la Toma de Granada, cuando este lugar empezó a poblarse. Algunas teorías afirman que sus primeros moradores fueron los gitanos, actualmente principales habitantes de este barrio, que llegaron a Granada acompañando al ejército cristiano de los Reyes Católicos, sirviendo a las tropas en la fabricación de los menesteres de fragua y metalistería, asentándose en este monte gracias a la existencia de cuevas y a la geología del terreno (conglomerado formación Alhambra) que facilitaba su excavación; y que posteriormente, con la expulsión de los moriscos por los cristianos, muchos de ellos se escondieron en estos parajes. Otras teorías sitúan a los moriscos, musulmanes reconvertidos al cristianismo, que decidiendo permanecer en la ciudad de Granada se veían rechazados por los cristianos que tras la conquista se habían asentado en la ciudad, siendo invitados a trasladarse a nuevos barrios fuera de la muralla de la misma.

Sea de una forma u otra, surge un asentamiento extramuros de la ciudad, para una población marginada, donde se produce un maridaje entre dos culturas muy diferentes, la de los gitanos y los musulmanes. Pronto esta se convertiría en un lugar para el culto, un

1. Juan Bustos, Viaje a los barrios altos de Granada: Albaicín, Sacromonte, Alhambra, Antequeruela, Granada, Albaida, 2001, p. 89.

territorio sagrado donde se erigieron numerosas cruces, recordando el monte donde Cristo padeció el Calvario. Fue así que el Monte Valparaíso comenzó a llamarse Sacromonte. Esta corriente tiene su origen cuando en 1595 se encontraron unas láminas de plomo, Libros Plúmbeos, junto con unas reliquias de San Cecilio, San Tesiphon, San Hiscio y sus discípulos. Aunque dichas láminas fueron posteriormente anatematizados por el Vaticano, los restos humanos de los santos, si se reconocieron como auténticos por la iglesia. Todo ello sucedió durante un largo y polémico proceso de estudios y autentificación de los mismos que convivió con la construcción de la Abadía del Sacromonte y la puesta en valor de las Santas Cuevas, inserto en el contexto histórico de la contrarreforma. Este periplo, comenzado por las creencias del arzobispo don Pedro de Castro y Quiñones 2, no solo fue compartido con la población granadina de la época, sino que ha perdurado a lo largo de los años como nos muestra en una de sus intervenciones el Abad don Zótico Royo: «¡Cavernas terrosas convertidas de pronto en vergeles y regiones de oscuridad palpable hechas estancias de luz!

¿No será por esto que el Sacro-Monte, sede, cátedra y sepulcro de San Cecilio continúa siendo la cuna del catolicismo de Granada?» 3 De hecho, aún cientos de personas suben cada año en romería hasta las catacumbas de San Cecilio, patrón de Granada.

2. La naturaleza habitada

El Sacromonte constituye un asentamiento troglodita en un emplazamiento encumbrado desde donde el paisaje circundante es divisado, un lugar para ver sin ser visto. Una visión que invita a adentrarse para conocerlo.

Un barrio con una morfología que se genera en torno al eje conformado por el Camino del Sacromonte, cuyo recorrido nos sumerge en su historia, ofreciéndonos la memoria de su origen y su desarrollo, mostrándonos su identidad cultural.

Caracterizado por sus cuevas, morada predominante, el barrio del Sacromonte, cuenta con una serie de caminos y recorridos que bordean el valle y que dan acceso a ellas. Estas veredas en ocasiones se ensanchan dando paso a unas placetas, espacios normalmente pequeños de forma irregular y soleados.

Lugares abiertos a la naturaleza que dispersan la atención sobre el paisaje y generan una dualidad de sentimientos, por un lado la libertad ante la grandeza del paisaje y por otro el cobijo que nos ofrecen las montañas.

Es por ello, que es importante destacar que el análisis del entorno es fundamental para el entendimiento de la vida en el lugar, tal como indica Norberg-Schulz, «Desde que nacemos intentamos orientarnos en el entorno y establecer una cierta ordenación en el mismo. Una ordenación común se llama cultura» 4. Se puede decir que gracias a este entorno autóctono ha germinado en Granada una cultura única en el mundo. La información, los símbolos integran un todo ordenado donde el individuo interactúa y mediante una serie de acciones, toma posesión del lugar, del paisaje que habita.

2. Arzobispo de la archidiócesis granadina entre 1589 y 1610.

3. Zotico Royo Campos, Mis intervenciones oficiales, Granada, Caja de Ahorros de Granada, 1968, p. 55.

4. Christian Norberg-Schulz, «La significación en Arquitectura», en Xavier Sust (ed.), La significación del entorno. Barcelona, Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares, 1972, p. 16.

Es en este modo de habitar, donde se aprecia la vida popular de las placetas, cada vez menos visible en las plazas de la ciudad, y que aquí perdura manteniendo su carácter social. Son plazas a escala doméstica, donde se produce la transición entre naturaleza, espacio público y privado.

El espacio abierto se convierte en recinto, da cobijo, siendo percibido por sus habitantes como un lugar seguro, un hogar donde el morador se siente identificado, y en el que el visitante deja de percibir lo general para comenzar a percibir el detalle. Se comienza a observar elementos fruto de la acción humana, cambios de texturas, objetos que carecían de significado, adquieren vida al ser examinadas más detenidamente. Utensilios funcionales domésticos se pronuncian en esta escena. Su fuerza escultural así como sus vivencias resaltan sobre el conjunto, atrayendo la mirada del observador y convirtiéndose en elementos ornamentales sobre la tierra. Tierra que conforma una pared pero que conserva intrínseca su textura, enjalbegada de blanco, rechazando toda la luz que rebota sobre ella, resaltando así todas sus cualidades. En contraste, se aprecian unos agujeros negros e inmóviles, donde la radiante luz del sol se convierte en sombra, dando lugar a un sentimiento de lo desconocido, generando una llamada hacia el interior de la tierra, la morada primigenia, la cueva.

La sensación producida al entrar en estas arquitecturas excavadas, es de encierro y acogimiento en el interior de la tierra, pero que a la vez reafirma la impresión de libertad al salir de la misma y enfrentarnos al paisaje. Un encuentro de dos sensaciones muy anheladas por el hombre, la intimidad y la libertad.

En este tipo de hábitat se produce un continuo cambio de escala, de la grandeza del paisaje, a la angosta cueva, del conjunto de la vegetación a la chumbera, de la montaña a las lumbreras, de la continuidad de la tierra al juego de sombras,…

El paisaje es colonizado, la arquitectura se muestra intrínseca al lugar, produciéndose una madura relación con el entorno, integrándose totalmente dentro de la estructura natural del paisaje y formando un ambiente completo destinado a ser disfrutado por el hombre.

La naturaleza, más que un asentamiento, es el componente principal de la escena, conformando la estructura visual de la misma. En el libro «La imagen de la ciudad» su autor Kevin Lynch, explica como una «imagen ambiental eficaz» tiene que dar sensación de seguridad emotiva a su habitante, orientándolo en el lugar, produciéndose una relación armoniosa entre sí y el mundo exterior, «la dulce sensación del hogar es más fuerte cuando el hogar no sólo es familiar sino también característico» 5. Esto explica la importancia de contar con elementos de referencia en el paisaje, como son la Alhambra, el valle del río Darro, la ciudad de Granada y la vega. Los caminos, la vegetación, la textura, los puntos focales próximos, proporcionan la identidad local y orientan dentro de este espacio vividero, donde el individuo que lo habita se hace a sí mismo.

A menudo, son los personajes notables de la vida local, sus habitantes ilustres, los que dan carácter y personalidad a los lugares que los vieron nacer. Aquí, no solo nombres como los de María Guardia «Mariquilla» o María Cortés Heredia «La Canastera», nacidas en el Sacromonte y que gracias a su baile alcanzaron fama internacional, hacen singular este lugar. Lo que realmente lo hace especial, es el conjunto de su población, todas aquellas personas anónimas que aunque su nombre no haya llegado a ser conocido, han impregnado y dado vida al lugar.

5. Kevin Lynch, La imagen de la ciudad, Barcelona, Gustavo Gili, 1984, p. 13.

3. Destino turístico

Como ya se ha expuesto anteriormente, este lugar no solo se convirtió en un punto de devoción para los granadinos, sino que además fue cuna de una etnia que ha dotado a la ciudad de una gran riqueza cultural y fama internacional, los gitanos granadinos, fruto de esa unión entre gitanos y musulmanes, caracterizados por el flamenco y la zambra, fiesta autóctona muy popular nacida de la ósmosis de estas dos culturas.

Con la llegada de los escritores románticos, en el siglo XVIII, y gracias a sus escritos se testimonia el contexto vital de este barrio, donde se describen a sus moradores, quienes mayoritariamente por su forma de vivir, sus costumbres y oficios, contribuyeron a dar fama internacional a estas cuevas y su singular forma de vida.

Convirtiéndose así en el destino de muchos viajeros desde el siglo XIX que ansiaban encontrar este hábitat característico, con una serie de costumbres entre las que destacaban sus cantes y bailes.

Un turismo que ha llegado hasta nuestros días favorecido por la cualidad de inalterabilidad tanto en la morfología del lugar, como en sus costumbres, las cuales no han variado a lo largo de los años. Con unas tradiciones muy arraigadas en el entorno, esta comunidad mantiene su forma de morar como ya lo hacían sus antepasados, sufriendo la imagen del lugar mínimas transformaciones desde su origen. De esta manera, se muestra un paisaje que conserva en parte una imagen del pasado. Aunque es cierto que el recurso económico del turismo, ha propiciado en cierto modo, como indica el autor Juan Bustos que algunas zonas del barrio se hayan reducido a un pintoresco y exótico decorado teatral 6. Pero es en esta teatralización, donde podemos encontrar otro ejemplo más que nos muestra como este asentamiento a lo largo de la historia se ha ido adaptando al medio aprovechando sus recursos, transformando así la realidad física del lugar y generando un modo de vida. Un afán de supervivencia que en numerosas ocasiones se ha visto peligrar con acontecimientos sociales, políticos o naturales, que han apresurado su deterioro o abandono, pero que pese a todas las

dificultades sobrevive manteniendo su vitalidad gracias a sus valores histórico-artísticos.

4. Hábitat marginal-paisaje pintoresco

Como ya se ha contemplado en párrafos anteriores, este asentamiento surgió como zona marginal, carácter que para los granadinos ha permanecido hasta la actualidad. Un barrio de gente modesta que vive en cuevas y en unas condiciones higiénico-sanitarías algo deficientes. Esta situación se vio aun más perjudicada, cuando el los años 1962 y 1963 se produjeron una serie de inundaciones que obligaron a su desalojo y reinserción en otras barriadas marginales, produciéndose un fuerte desarraigo.

Sin embargo, esta realidad, se ve superpuesta a la percepción que del barrio tienen los turistas que lo visitan. Un paisaje pintoresco, donde cada vez más bohemios se asientan en él, encontrando aquí un lugar para su inspiración. A estos hay que sumarles otros nuevos pobladores que buscan en este tipo de hábitat troglodita una vivienda sostenible que se nutre de la naturaleza. Gracias a estas tendencias, en la actualidad se están restaurando cuevas

6. Juan Bustos, op. cit.

existentes, se está dotando de infraestructura a la zona, revitalizando de este modo algunas zonas del Sacromonte.

5. Un paisaje cultural

Según la definición que dieron un grupo de expertos en paisaje culturales en el año 1992, basado en las directrices de la Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, aprobada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el 16 de noviembre de 1972:

«Los paisajes culturales son bienes culturales y representan las «obras conjuntas del hombre y la naturaleza» citadas en el Artículo 1 de la Convención. Ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitaciones y/o oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas» 7.

Se puede afirmar que nos encontramos ante un paisaje cultural que podríamos clasificar dentro de paisajes que han evolucionado orgánicamente, generados a partir de una exigencia social, cultural y religiosa y cuyo estado actual es respuesta de su entorno natural, reflejando su proceso evolutivo en su forma y su composición.

Un lugar con una gran riqueza cultural, un patrimonio arquitectónico, urbanístico y etnográfico que nos ayuda a entender la estructura y funcionamiento de este territorio.

En una sociedad en la que cada vez la ciudad se hace más impersonal, con edificios cada vez más prominentes, avenidas grandiosas, donde los flujos y los tiempos tienden a ser cada vez más rápidos, en la ciudad de Granada, en el Sacromonte, podemos encontrar un asentamiento donde el tiempo se para, se conserva la escala doméstica, en la que el protagonista es el individuo que lo habita y las relaciones que se producen entre naturaleza y hombre. Como resultado de esto, se puede apreciar como el gran complejo de la Abadía del Sacromonte ha ido perdiendo paulatinamente importancia, quedando aislado de su entorno, mientras que las cuevas tras muchos infortunios siguen vivas.

La preocupación por garantizar la supervivencia y dar valor a este patrimonio, está muy presente en la actualidad, ya que las nuevas generaciones han ido perdiendo paulatinamente las referencias que históricamente han unido la ciudad al valle del Darro. Como se pudo apreciar en las jornadas «Valparaíso: un río de oro» celebradas en el Albaicín, la Alhambra y el Sacromonte en 2010 8.

Es por este motivo, por lo que este tipo de asentamiento se ha hecho tan peculiar, ya que su razón de ser son las interacciones sociales que se producen en el entorno. El hecho de habitar produce en el paisaje cambios a lo largo de su historia, gracias a los cuales se pueden establecer las principales etapas de su creación y transformación. En este asentamiento las transformaciones son mínimas, pero siempre que se han producido se han visto marcadas por importantes acontecimientos históricos, sociales o naturales.

7. Comité Intergubernamental de protección del Patrimonio Mundial cultural y natural, Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, Paris, Centro de Patrimonio Mundial, 2005, p. 132, http://whc.unesco.org/archive/opguide05-es.pdf

8. María del Mar Villafranca y Victoria Eugenia Chamorro (eds.), Hacia un paisaje cultural: la Alhambra y el valle del Darro, Granada, Editorial Comares, 2013.

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Paul Riches. Quartier Des Gitanes, 1903. (Fuente: Patronato de la Alhambra y Generalife.

Recuperado a partir de URI: http://hdl.handle.net/10514/13487)

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José García Ayola. Ayola. Foto. Cuevas de Gitanos. Granada. 1863-1900. (Fuente: Patronato de la Alhambra y Generalife. Recuperado a partir de URI: http://hdl.handle.net/10514/12867)

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Antonio García Bueno, Vista de la Alhambra desde el Sacromonte, 2014. Granada. (Fuente: Imagen del autor)



Antonio García Bueno Karina Medina Granados


Más información en: www.antoniogarciabueno.com

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